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miércoles, 5 de agosto de 2015

PRIMERA ESTAFETA AERONAVAL A LA ANTÁRTIDA


La verdad acerca de la correspondencia transportada

Algerio Nonis
Miembro de AEROFILA y del
Instituto Nacional Newberiano

Después de cincuenta y tantos años de haberse realizado, uno a visto y leído numerosas notas y artículos sobre este interesante y primer intento de unir Buenos Aires con la Antártida Argentina, a través de un vuelo en el que se transportó correspondencia.

Esta hazaña la realizó la Aviación Naval Argentina, muy bien descripta en el segundo tomo de la “Historia de la Aviación Naval Argentina”, editado por el Departamento de Estudios Históricos Navales, que en las páginas 628 y 629 nos dice:


Constituido el “Grupo de Reconocimiento Uno”, bajo el mando del Capitán de Fragata Pedro E. Iraolagoitía, formada por las Fragatas A.R.A. “Sarandí” y A.R.A. “Hércules” y los “Catalinas” antes nombrados más el “2-P-6”.

Volaron estos a Río Grande mientras los buques se sitúan en el Pasaje de Drake para dar apoyo meteorológico, en tanto que el remolcador A.R.A.”Sanavirón”  se desplaza a Decepción.

Con pronóstico favorable, el 7 de febrero de 1952, a 09.50 horas, zarpan de la Estación Aeronaval Río Grande (entonces con pistas de tierra y ripio) los Catalinas “3-P-5” y “2-P-3”, quedando el “2-P-6” como eventual apoyo y a la orden de esa Estación Aeronaval.

Por la ruta del Cabo de Hornos, Pasaje de Drake, Isla Snow, se arriba a Decepción a 15.30 horas, acuatizándo dentro del extinguido volcán.

Las tripulaciones de los hidroaviones estuvieron así constituidas:

“3-P-5”
Comandante de vuelo, Capitán de Fragata, Pedro E. Iraolagoitia,
Capitán de Corbeta, Edgardo S. Andrew,
Piloto, Teniente de Fragata, Halfdan Hansen,
Teniente de Corbeta, Alfredo Martínez Magaña,
Teniente de Corbeta, Héctor Díaz Quijano,
Suboficial 2º Aeronáutico, José Parisi,
Suboficial 2º Aeronáutico, Basilio Dignant,
Cabo Principal, F. Benennatti.

“2-P-3”
Teniente de Navio, Guillermo J. Campbell,
Piloto, Teniente de Fragata, Guillermo H. Ferreyra,
Teniente de Corbeta, Roque Berted,
Teniente de Corbeta, Edmundo Grimaux,
Suboficial 2º Aeronáutico, Héctor Pugliese,
Cabo Principal, G. Careglio.

El “3-P-5” llevó a borde el primer “radar de exploración” utilizado por avión argentino alguno, siendo usado por las condiciones imperantes durante la primer parte del vuelo, que además de reunir las circunstancias pioneras ya anotadas, llevó por primera vez coreo aéreo argentino a nuestra Antártida.

Los Catalinas “3-P-5” y “2-P-3” emprenden el regreso el 10 de febrero de 1952 a 05:00 horas desde Decepción, siguiendo la misma ruta (ahora inversa) de su vuelo anterior.

Aterrizan en Río Grande, se reabastecen y parten inmediatamente rumbo a la Base Aeronaval Comandante Espora, la que sobrevuelan sin aterrizar, poniendo proa a Buenos Aires, llegando a su Aeroparque a las 23.30 horas del mismo día.

Han unido por primera vez, en el día de la Antártida Argentina con la Capital Federal, al par de enlazar al Continente Blanco con el Americano en vuelo directo, también por primera vez.

En una nota publicada por el señor Eduardo Premorí sobre matasellos falsos de la “Primera Estafeta Aeronaval” en la “Revista Comunicaciones”, del mes de noviembre de 1960, y su aclaración en el siguiente ejemplar de diciembre, se sostenía esta teoría.

Luego de un estudio y comprobación microfotográfica, se llega a la conclusión que las piezas expuestas no son falsas y menos sus dos matasellos confeccionados en metal, que son los originales.

La explicación puede ser esta: en las tres tarjetas expuestas con el matasellos “Primera Estafeta Aeropostal” aplicado en el frente de estas tarjetas, con las dos cancelaciones una al lado de la otra, se puede apreciar, sin duda alguna, en la segunda, que esta libre y no sobre los sellos postales, su legitimidad.

La sospecha nace en el matasello aplicado en el reverso de estas tres tarjetas, al notarse lo borroneado, entintado y mal aplicado del matasello metálico de recepción en la Base Antártica de Decepción.

Esto se debió:
1º) a que la tinta usada por el Correo era muy acetosa;
2º) la persona encargada de aplicar el matasello no era personal del Correo y, por lo tanto, sin experiencia en el correcto manejo del matasellos, que lógicamente requiere su técnica;
3º) seguramente estas piezas fueron unas de las primeras en ser mataselladas y el elemento obliterador debía estar lleno y muy cargado de tinta.

En otras notas uno lee que se despachó gran cantidad de piezas, oficiales y particulares, así como también abundantes tarjetas de aviso de radioaficionados.

La casi totalidad del material oficial del Correo (tarjetas y sobres) fue franqueado, cada uno, con dos sellos postales de 20 centavos de la serie “Centenario de la Muerte del General Don José de San Martín”

Conviene aclarar que las piezas oficiales y particulares eran las destinadas a los miembros militares y científicos que cumplían determinadas tareas en la Antártida y que las abundantes tarjetas de radioaficionados y los sobres franqueados con los sellos postales de 20 centavos de la nombrada serie fueron preparados especialmente por la Secretaría de Comunicaciones de la Nación, o sea el propio Correo.

Según lo informado por algunas fuentes informativas, se preparó una cantidad indeterminada de estas piezas dentro de la mayor discreción, casi en secreto, y sin ninguna comunicación respecto.

A tal punto fue la reserva del transporte de correspondencia filatélica a la Antártida, que ningún coleccionista pudo enviar sus piezas.

Pero en el curso de mí actuación como Jurado de Aerofilatelia he visto en diferentes Exposiciones Filatélicas la exhibición de estas tarjetas de radioaficionados, con el nombre y la dirección del expositor.

Podemos asegurar que estos datos personales fueron escritos meses o años después del vuelo.
Nunca ates.

Explicaremos el porqué de tanto secreto con relación a este primer vuelo desde Buenos Aires a la Antártida Argentina.

A un sagaz y lúcido funcionario del Correo, que tuvo conocimiento del vuelo mediante la información proporcionada por la Aviación Naval, se le ocurrió la idea de preparar determinada cantidad de piezas filatélicas para luego venderlas a los coleccionistas a total beneficio de la “Fundación Eva Perón”.

Por este motivo se usaron las “Tarjetas Aviso de los Radioaficionados” y sus correspondientes sobres que existían en cantidad en una dependencia del Correo Central. Estos elementos eran usados por los radioaficionados para sus transmisiones radiales.

Tenían impreso el mapa de la República Argentina con sus dependencias y la letra código respectiva de cada una de las provincias.

Estaban impresos en diferentes colores y para el vuelo naval los colores fueron el rojo, azul, verde y gris.

Todas estas tarjetas y sus sobres muestran dos matasellos.


La razón de ello fue -como ya se explicó-  que se obliteraron en pleno vuelo por personal no postal, con poca experiencia para la tarea resultando así matasellos borrosos o poco nítidos que no podían satisfacer las exigencias de los filatelístas. Fue por esa circunstancia, al llegar las piezas de regreso al Correo Central, se procedió a aplicar nuevamente el matasellos pero no sobre los sellos postales -que ya estaban cancelados- sino a un lado de los mismos, de modo que resultaran perfectamente legibles.

Todos los nombres y direcciones de las tarjetas y sobres fueron escritos a lápiz e invariablemente estaban relacionados con funcionarios del Correo Central y de la “Fundación Eva Perón”.

En la mayoría de las pocas piezas que se han visto, las direcciones y nombres escritos a lápiz fueron borrados. Por eso algún coleccionista reemplazó tales datos por los propios.

En definitiva, todas las piezas preparadas en el Correo Central para ser vendidas a los coleccionistas en beneficio de la “Fundación Eva Perón”, no se comercializaron.

Otro funcionario postal, con distinto criterio, tomó la determinación de anular dicha intención quizás por una cuestión política dad la enfermedad de la titular de La Fundación o bien por interpretar que el Correo Central, como entidad oficial, no podía prestarse a una operación mercantil de este tipo.

Consecuentemente, ordenó destruir todas las piezas filatélicas provenientes de la Antártida.

Pero como siempre ocurre, llámese casualidad algunas de estas piezas “se traspapelaron” y aparecieron en venta en los puestos ubicados en las inmediaciones del famoso ombú, del Parque Rivadavia, en el barrio de Caballito, para alegria de los filatelístas -y en particular de los aerofilatelistas- que los días domingos se reúnen en ese lugar.

Un acontecimiento tan trascendente como fue el histórico vuelo que unió por primera vez Buenos Aires con la Antártida Argentina, debía contar con un testimonio veraz -en este caso de carácter postal- que sirviera para recordar en el transcurso del tiempo la inigualable hazaña de la Aviación Naval.

Nota de Redacción:

Respecto al vuelo efectuado en 1952 con descenso en la Antártida Argentina y retorno, a cargo de la Aviación Naval, cabe tener en cuenta que en los ejemplares números 28 (páginas 4 a 14) de septiembre de 2003 y 36 (páginas 26 a 41) de julio de 2006, de este “Boletín Aeropostal”, se incluyeron trabajos con comentarios y documentación  que se complementan ahora con el artículo preparado por el señor Algerio Nonis, miembro fundador y primer presidente de AEROFILA.

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MATERIAL INCLUIDO EN LA INVESTIGACIÓN

C150722A1
Tarjeta despachada a la Antartida, con escritura a lápiz a nombre de la Fundación Eva Perón, igual que la C150722A2.

C150722A2
Otra tarjeta despachada a la Antártida, también con escritura a lápiz a nombre de la Fundación Eva Perón.

C150722A3
Tarjeta de radioaficionado despachada a la Antártida, en la que se ha borrado el destinatario original sustituyéndolo por uno particular.

C150722A4
Tarjeta y sobre reservado a los radioaficionados y despachado a la Antártida.

C150722A5
Rara e interesante pieza preparada por el Aviador Naval e improvisado estafetero postal, Teniente de Fragata Dn. Guillermo H. Ferreira, tripulante del Catalina 2-P-3.
El matasello aplicado sobre un valor ordinario de 40 centavos es limpio y legible.

C150722A6
Pieza postal circulada en ocasión del 60vo. Aniversario del Primer Correo Aéreo a la Antártida.


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