A las cuatro horas y cuarenta y cinco minutos del dos de abril de 1982, un Almirante Argentino, Infante de Marina ejerciendo el Comando de la Fuerza de Desembarco ordenó izar la bandera de guerra al Comandante del Buque de Desembarco ARA San Antonio, iniciando así la operación Rosario.
Comenzaba así una gesta, una epopeya de las Fuerzas Armadas y de
Seguridad, que nos llevaría a enfrentar a las tropas de la Corona Británica
quien sostenía la usurpación desde hacía 149 años.
Al día siguiente y en el frío clima de las islas Georgias del Sur, un
pequeño helicóptero de la Armada lleno de coraje Argentino cumpliría con el
bautismo de fuego de la Aviación de la Armada, nuestra Aviación Naval, al
defender por la maniobra y el fuego, a
un helicóptero del Ejército Argentino que trasladaba tropas para la
recuperación de Grytviken y que estaba bajo fuego de la tropa británica.
A partir de estas acciones iniciales tan trascendentes, continuó la
crisis diplomática a la que se agregó entonces la escalada militar, que desembocaría en una guerra convencional en
los meses de mayo y junio.
Fue entonces en ese mes de abril del 82 y viendo el más grande
despliegue de fuerzas militares de la Corona desde la Segunda Guerra Mundial,
que la Armada Argentina en su conjunto y particularmente su Aviación Naval,
incrementaron a un ritmo febril, la recuperación y el desarrollo de sus
capacidades de combate.
Se recuperaron aviones de ataque fuera de servicio, se completaron
inspecciones de aviones exploradores, se desarrollaron en nuestros talleres
sistemas de guerra electrónica, señuelos chaff
artesanales y se instalaron sistemas de navegación de precisión en todas
las plataformas posibles, tanto aviones como helicópteros.
Pilotos y personal de mantenimiento de la EA32 40 años después. |
Llegado el día 01 de mayo y siendo las cuatro hora y cuarenta minutos,
casi como había ocurrido el 02 de abril, un bombardero estratégico Vulcan
inició las acciones de combate del enemigo, bombardeando la pista del
aeropuerto de Puerto Argentino. Simultáneamente y durante esas primeras horas
de incertidumbre, un solitario avión Tracker volando por debajo de los lóbulos
radar y desafiando las amenazas antiaérea y contraérea, ubicaba con precisión a
uno de los portaaviones del oponente, dándole así al Comandante Naval Argentino,
una ventaja táctica extraordinaria.
La Armada, aún a riesgo de tener que enfrentar una amenaza desconocida
y superior por su movilidad y volumen de fuego, el submarino nuclear, estaba en
el mar en actitud y aptitud para enfrentar una batalla aeronaval. Sabía de la
presencia de varios de ellos, pero aún así mantenía una actitud ofensiva.
Mientras tanto ese día, era testigo de los ingentes esfuerzos que se
llevaban a cabo para lograr un “alto al fuego” en las acciones de combate
recíprocas y arribar a la posibilidad de
negociaciones de la mano del Presidente del Perú Dr. BELAUNDE TERRY, esfuerzos
que parecían tener éxito al quedar fijada una reunión el día 02 de mayo por la
tarde para tratarlos.
Sin embargo al llegar las 16 horas, la perfidia se hizo presente en el
teatro de Operaciones y el enemigo descargó un ataque mortal sobre el crucero
ARA Gral. Belgrano, obligándonos a un repliegue táctico para analizar la
situación y que dada la retirada de las fuerzas británicas hacia el sudeste, hicieron
imposible un ataque aeronaval. En esos difíciles momentos todas las unidades
con base en tierra de la Aviación Naval salieron en búsqueda de los sobrevivientes
y los encontraron al día siguiente.
Estábamos definitivamente en guerra y la fuerza británica alejada
hacia el este tenía a su alcance a Puerto Argentino, pero estaba fuera de nuestros
radios de acción excepto en los breves períodos en que alguno de sus buques con
artillería se acercaban para cañonear nuestra posiciones.
La cacería del portaaviones había comenzado, el buque navegaba hacia
aguas poco profundas esperando una nueva
oportunidad favorable para desplegarse.
Entre el día 03 y la madrugada del 04 mientras navegaba hacia el oeste
sus medios de protección antisubmarina helicópteros Sea King y Aviones Tracker
evitaron que uno de los tres submarinos nucleares que estaban en el área alcanzara
a lanzar un de ataque.
Pero más al sur un solitario e inteligente explorador, el Neptune
2P112, estaba en un vuelo de búsqueda
antisuperficie, su tarea era despejar el camino para el cruce de tres
C-130 hacia Puerto Argentino, pero a las 07:10 su operador radar localizó un
contacto que luego confirmó con el análisis de las señales electrónicas que de
él provenían, clasificándolo como un destructor tipo 42. A partir de ese
momento mantuvo la exploración en contacto, sabiendo que estaba bajo amenaza de
la patrullas aéreas de combate británicas.
Con toda esa información el Comando de Aviación Naval ordenó una
misión de ataque para los aviones Super Etendard y el Exocet. Era la primera vez en la historia
del combate naval moderno que un avión explorador y una sección de aviones de ataque
con misiles se combinaban para atacar un blanco vital en el núcleo de una
Fuerza Naval.
Los Super Etendard despegaron en absoluto silencio a las 09:44 para
reunirse con un avión tanque KC-130 de nuestra Fuerza Aérea, y luego de ser
reabastecidos iniciar su perfil de ataque, perfil desarrollado en la propia
Escuadrilla. Se iniciaba asi una de las acciones más trascendentes de este conflicto.
A las 10:35 con un breve mensaje, el Capitán de Corbeta PRONI en el
Neptune actualizó la posición del blanco y el Capitán de Corbeta BEDACARRATZ y
el Teniente de Navío MAYORA, comenzaron su aproximación final. Las 11:04 fue la
hora en que quedo fijado el momento final del destructor HMS Sheffield.
Los dos misiles se deprendieron y tras un instante de caída salieron
en silencio en dirección a las coordenadas confirmadas por el radar Agave de
ambos aviones. Sólo vieron llegar sus estelas mientras otros buques próximos
alertaban al resto de la Fuerza. Los impactos fueron demoledores y el mejor y
mas moderno buque de defensa aérea británico, quedaba fuera de servicio para
hundirse días después.
La Armada Argentina, a través de su Aviación Naval había hundido el
primer buque británico en combate, desde la Segunda Guerra Mundial y la Corona sabría que su deseo le costaría un
alto precio en medios y vidas y que esta Nación tan alejada de su metrópoli,
que siempre se había manifestado pacífica no estaba indefensa. El shock causado
por este ataque los obligó a retroceder y alejarse aún más hacia el este, sin
que lograran comprender la magnitud de lo ocurrido.
La guerra continuó y la Armada empeñó de la mejor manera sus medios
buscando siempre la oportunidad de entrar en combate.
El resultado nos fue adverso, pero esa adversidad coronó en abnegación
y sacrificio, en definitiva en un infinito amor por nuestra Patria y sus
habitantes.
Todas sus unidades se aprestaron para la batalla y su Aviación Naval
cumplió con todas las órdenes y misiones recibidas, cruzó a las islas siempre
que fue necesario, operó desde allí con aviones de escuela y reactores de
entrenamiento por ser estos los únicos que podían utilizarse en la pista que
existía. Realizó rescates épicos con helicópteros, cuidó las espaldas en Tierra
del Fuego, aseguró que no hubiera buques trampa antiaéreos esperando el cruce
de aviones argentinos de todas las fuerzas. Y pegó y pegó y siguió pegando duro
cada vez que pudo, testigos mudos son la Ardent, la Antelope, la Antrim, el
Atlantic Conveyor el Invencible la Pradera
del Ganso y el estrecho de San Carlos.
Por eso se fijó este día, no para recordar un hundimiento, no para
hablar de nuestras valientes individualidades, sino para hablar del tremendo y
maravilloso equipo de combate que la Aviación de la Armada, su Aviación Naval,
llevó a la batalla luego de años de preparación, análisis y severo
entrenamiento.
Eso significa el Día de la Aviación Naval y así lo reconoce la Armada
toda, esa Armada única, indivisible, indisoluble que combatió en la superficie
del mar, debajo de él, en la turba malvinense y en el aire. No existe otro
pensamiento ni criterio operacional que implique hablar de otra cosa que no
sea, la Armada Argentina en combate, ella fue donde se le ordenó y nosotros los
Marinos que volamos ofrendamos allí a nuestros mejores hombres:
Capitán de Corbeta Carlos ZUBIZARRETA
Teniente de Fragata Marcelo MÁRQUEZ
Teniente de Fragata Carlos BENITEZ
Teniente de Corbeta Daniel MIGUEL
Suboficial Mayor Ramón BARRIOS
Suboficial Segundo Roberto LOBO
Cabo Primero Pedro VENDRAMIN
Cabo Segundo Claudio GRIMOLDI
Cabo Segundo Sergio ISELLI
Muchas gracias. –
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