Este
relato esta firmado por un piloto de Alouette III del grupo aeronaval embarcado
en el crucero ARA General Belgrano durante el conflicto de Malvinas, el
cual fue torpedeado y hundido por el submarino nuclear HMS Conqueror el
2 de mayo de 1982.
Nos
da una visión personal de la acción hasta los mínimos detalles. Es dramático
por su contenido y demuestra claramente el riesgo corrido por los aviadores
navales, no solamente por la crueldad misma de la guerra sino por las
condiciones meteorológicas implacables que reinan en ese lejano rincón de
nuestro planeta.
Teniente
de Fragata Juan José Callisto:
1º
Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros.
Entró
en la Escuela Naval
Militar el 1º de febrero de 1972, como miembro de la promoción 104 y finalizó
el 30 de diciembre de 1975.
Se
reportó voluntario y enviado a la
Escuela de Aviación Naval donde en diciembre de 1976 recibió
las alas de piloto naval. En enero de 1977, a su solicitud, fue asignado a la 1º
Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros, donde siguió el curso de helicopterísta
naval, piloto táctico y piloto instructor.
El teniente Callisto era el comandante del
grupo aeronaval embarcado en el crucero.
Teniente
de corbeta Mario Carranza Horteloup:
1º Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros.
Entró
en la ESNM el 29
de mayo de 1975, como miembro de la promoción 108 y finalizo el 30de diciembre
de 1979 como aspirante especializado en guerra de superficie.
Se
reportó voluntario y enviado a la
Escuela de Aviación Naval donde el 12 de diciembre de 1980
recibió sus alas de piloto. En enero de 1981 fue asignado a la 1º Escuadrilla
Aeronaval de Helicópteros, donde siguió el curso de piloto naval
helicopterista, piloto táctico y piloto instructor.
El
teniente Carranza era el copiloto del Alouette III embarcado en el crucero
General Belgrano, he aquí su relato:
Me
encontraba en la sala de descanso de la escuadrilla en la Base Aeronaval
Comandante Espora, cuando recibí la orden del comando de la Unidad de embarcar con un
Alouette a bordo del crucero General Belgrano.
Embarcamos
en el mismo en la base Naval de Puerto Belgrano con el crucero aún amarrado.
Las órdenes especificaban que el helicóptero debía desplegarse en configuración
ataque y lucha antisubmarina: misiles AS 12 y torpedos.
Por
lo cual la tripulación debía estar conformada por un comandante operador de
misiles que en esta oportunidad era el Teniente Callisto, un piloto táctico, yo
mismo y un especialista en armamentos, el Suboficial Mayor Ramón Barrios.
En
lo concerniente al soporte técnico y mantenimiento, embarcaron además
provenientes de nuestra escuadrilla el Suboficial Segundo Roberto Lobo, el
Cabo Principal José María Gómez y los Cabos Segundos Guillermo Ricardo Carro,
Néstor Andrés Sheffer , Delmiro Horacio Muñoz y Adolfo Suárez.
El
Alouette matriculado 3-H-105 abordó el crucero el 10de abril de 1982 y de
inmediato fue remitido al hangar. De hecho esa maniobra fue ensayada y
practicada luego de una travesía del crucero a Ushuaia en enero del mismo año.
Hay que señalar que dicho hangar era para la operación de un hidroavión mucho
más pequeño que el helicóptero, lo cual constituía una maniobra poco usual y
muy difícil de realizar.
Estando
todo el personal navegante y técnico a bordo, la salida se pospuso varios días
por razones que desconozco. Finalmente pusimos rumbo al sur el 16 de abril.
El
navío entró en Ushuaia para reabastecerse de combustible y munición 40-60. En
la tarde del 26 de abril el crucero General Belgrano dejó Ushuaia por última
vez, empezando la misión prevista, que consistía en patrullar el sector sur de la Isla de los Estados, para
detectar un posible tráfico marítimo británico y vigilar la marina chilena.
Efectuamos
varios vuelos de simulacro de ataque a los buques con misiles AS-12. Los
destructores ARA Piedrabuena e Hipólito Bouchard completaban el grupo naval.
Durante algunos días recibimos también el apoyo de dos lanchas rápidas, la Indómita y la Intrépida.
Recuerdo que el día 29 de abril, con el
Teniente Callisto, debíamos examinar un lugar de aterrizaje posible para
nuestro helicóptero en la Isla
de los Estados, ya que si el Crucero debía abrir el fuego y el helicóptero
estaba en cubierta, ésta debía ser evacuada para que se pudiera usar la batería
de popa.
Al
fin de inspeccionar el lugar antedicho, con el Teniente Callisto, embarcamos en
el aviso ARA Guruchaga para buscar un
sitio conveniente. Esta tarea nos llevó desde la mañana hasta aproximadamente
las 17 horas. Luego del examen del lugar y la evaluación del soporte necesario
para operar desde la isla se decidió que no era una maniobra adecuada.
Mas
tarde se puso proa al este y aparentemente la misión del grupo naval había
cambiado.
Al
día siguiente, realizamos el que iba a ser el último vuelo del 3-H-105.
Buscamos a los comandantes de los destructores escoltas para traerlos a bordo
del Belgrano para un briefing detallado del Capitán Bonzo, comandante del
crucero y del grupo naval.
Algunas
horas mas tarde los llevamos de vuelta a sus navíos y el helicóptero fue
hangarado en el crucero.
Durante
la noche del 1º al 2 de mayo la tripulación entera debió cubrir puestos de
combate, dado que nos aproximábamos a la zona de exclusión decretada por los
británicos alrededor de las Islas Malvinas.
En
las primeras horas del 2 de mayo el rumbo cambió a 270º/ 290º. Se mantuvo el
curso hasta que fuimos torpedeados minutos antes de las 16 horas. Habíamos
pasado la noche anterior en los puestos de combate, pero como supusimos que el
peligro disminuía al virar hacia el oeste, la tensión también disminuyó.
Después
del almuerzo, el teniente de fragata Callisto fue a descansar, yo me quedé
jugando al ajedrez con el guardiamarina Sevilla (quien falleció en el
naufragio). Hacia las 15 hs. También decidí ir a descansar. Al llegar a la
cabina algo curioso sucedió, que podría haber tenido consecuencias fatales en
el curso de las horas siguientes que iba a tener que pasar en compañía del
teniente Callisto en la balsa. Me estaba desvistiendo cuando el teniente que
estaba despierto me dijo: ¿no sería mejor dormir vestidos?, respondí por la
negativa ya que quería descansar, pero al pensarlo mejor accedí y también el se
vistió. Esto resultó positivo, por el hecho de que cuando tuvimos que abandonar
la nave nos fue más fácil salir de la cabina sin luz y hacia la cubierta
principal.
No
se cuanto tiempo dormí, cuando una violenta explosión me despertó, no sabia de
que se trataba. Nos dieron gritó Callisto, luego vino otra explosión similar a
la primera y notamos que el buque se había parado, sin motor, completamente
silencioso, era raro encontrarse sin los típicos ruidos de máquinas y
ventiladores, cuando el viejo guerrero se escoró unos 20º a babor. En total
oscuridad saltamos de nuestras literas nos pusimos nuestras camperas de vuelo,
los salvavidas y salimos para ver qué
había sucedido.
El
personal evacuaba las cubiertas inferiores pues algunas se inundaban y otras
estaban llenas de humo dificultando la respiración. Me di cuenta que la
situación era verdaderamente dramática. Me volví a la cabina a buscar el
revólver de supervivencia que podía ser útil en caso de pánico de la
tripulación. Nunca me equivoqué tanto en mi vida, ya que el comportamiento de
todos fue ejemplar. Se continuó
evacuando las cubiertas inferiores hacia la cubierta principal.
Cuando
llegué vi a nuestros dos destructores alejándose del crucero y por un instante
pensé que también ellos podían estar dañados.
Una
tensa calma reinaba en el puente y la tripulación comenzó a formar fila frente
a la balsa que le correspondía, mientras el buque se escoraba más y más.
El
comandante y su estado mayor evaluaban la posibilidad de salvar el crucero,
pero a las 16:20 hs. Se dio la orden de abandonarlo. Dos hombres faltaban en la
fila frente a la embarcación que nos estaba asignada, los suboficiales Barrios
y Lobo. Supimos mas tarde que el suboficial mayor Barrios murió en la cubierta
principal luego del segundo impacto. Por otra parte, el caso del suboficial
segundo Lobo sigue siendo un misterio pues nadie lo vio. Pienso que murió luego
del primer impacto en popa, pues descansaba en su cabina.
Una
vez que la balsa estuvo en el agua y luego de verificar su correcto inflado, el
teniente Callisto, el más antiguo en esa balsa, nos ordenó al cabo principal
Gómez y a mí embarcar primero y prepararla para recibir a los heridos y ayudar
a subir a los hombres que cayesen al agua.
Las
olas eran altísimas y seguimos embarcando gente hasta colmar la balsa. El
último en abordar fue el teniente Callisto.
La
primera tarea y la más ardua fue tratar de alejarnos del costado del crucero,
ya que las olas nos empujaban contra el casco, finalmente después de mucho
esfuerzo logramos alcanzar el objetivo, una distancia segura.
Pudimos
ver como el Belgrano escoraba cada vez mas mientras la popa se hundía y a las
16:58 hs. El viejo y orgulloso guerrero ARA GENERAL BELGRANO desaparecía en las
grises aguas del Atlántico sur. Se hundió lentamente y en forma vertical,
oyéndose a los pocos minutos un par de
explosiones, probablemente las calderas.
En
el trascurso de la noche se organizaron turnos de vigilia para achicar el agua
que entraba en la balsa a causa de la tormenta. A Dios gracia no faltó mano de
obra con 25 hombres, mas uno rescatado en la madrugada de la balsa vecina que
había naufragado con 9 hombres a su bordo, lo que nos permitió conservar el
calor humano. Todos demostraron una gran fuerza
de voluntad, los heridos no se quejaron en ningún momento.
El
día siguiente, 3 de mayo, hacia el mediodía escuchamos un Neptune de la
escuadrilla aeronaval de reconocimiento, con el cual pudimos mantener
contacto gracias a nuestras radios SARBE
de supervivencia.
A
las 16 hs. los primeros buques de salvamento estaban a la vista. Finalmente a
las 22:30 hs. Fuimos rescatados por el Aviso ARA GURRUCHAGA.
Todo
el personal de la escuadrilla volvió sano y salvo a excepción de Barrios y Lobo
quienes se fueron con el crucero.
En
Ushuaia nos dieron ropa y nos embarcaron en aviones Electra de la primera
escuadrilla aeronaval de sostén logístico móvil y Focker de la segunda, rumbo a
la Base Aeronaval
Comandante Espora. Al día siguiente nos hicieron un reconocimiento médico
completo antes del regreso a casa.
Algunos
días de permiso especial para los sobrevivientes, pasados en familia y de
vuelta a sus destinos originales.
La
unidad transfirió lo más grueso de sus recursos a Rio Grande, a excepción de
los aparatos en mantenimiento y una máquina afectada a entrenar a los nuevos helicopteristas
navales.
En
esa lejana Base Aeronaval fui con mis camaradas a pasar el resto del conflicto
y el Teniente Callisto se reincorporó a la Segunda Escuadrilla de Sostén
Logístico móvil en la Base Aeronaval
Ezeiza, con la que participo en el repliegue posterior al conflicto.
FUENTES:
Teniente de Fragata Juan José Callisto
Teniente de corbeta Mario Carranza Horteloup
FOTOS: Archivo fotográfico del MUAN y TARINGA
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