Con el comienzo de 2016, ha
iniciado el año en el que la Armada Argentina celebra el Centenario de su
Aviación Naval, en homenaje a la creación del Parque y Escuela de Aeroestación
y Aviación de la Armada en Fuerte Barragán, el 11 de febrero de 1916.
A comienzos del siglo XX, la
Armada Argentina, en consonancia con las principales Marinas del mundo,
determinó que la actividad aérea sobre el mar es complemento indispensable de
las operaciones navales.
Es por ello que con la cesión por
el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires de tierras ubicadas en Ensenada y
la firma de un decreto del presidente Victorino de la Plaza, el 11 de febrero
de 1916 se creó el Parque y Escuela de Aeroestación y Aviación de la Armada en
Fuerte Barragán, con dependencia directa del ministro de Marina. Este hecho
constituye la fundación orgánica de la Aviación Naval cuando apenas se iniciaba
la actividad de vuelo a nivel mundial y en los albores mismos de la utilización
militar de aeronaves.
Entre los hitos más trascendentes
de los que fue protagonista la Aviación Naval de la Armada Argentina se
encuentran los raids de exploración del territorio nacional sobre el Mar
Argentino y los grandes ríos que en las primeras décadas del siglo XX llevaron
a cabo nuestros pioneros.
La llegada en vuelo a Ushuaia e
Islas de los Estados en los años 30 y el primer vuelo de una aeronave argentina
en la Antártida –cuando un hidroavión Stearman 76 D-1 operó desde el transporte
ARA “1º de Mayo” en 1942– demostraron también que las aeronaves argentinas
desafiaban a las latitudes más australes.
Otra hazaña a nivel mundial
llegaría en 1952, cuando dos aviones anfibios PBY-5 A Catalina efectuaron el
primer vuelo mundial desde el continente americano con descenso en la
Antártida, al amerizar en la isla Decepción, en el Sector Antártico Argentino.
En 1962 la Aviación Naval llevó
adelante un nuevo acontecimiento histórico en la Antártida, con la llegada al
Polo Sur de dos DC-3 navales, siendo los primeros aviones argentinos en cumplir
dicha proeza y unos de los primeros también a nivel mundial.
La operación de helicópteros
navales desde los rompehielos ARA “San Martín” y, posteriormente, ARA
“Almirante Irízar”, abasteciendo las bases antárticas continuó contribuyendo a
la presencia de nuestro país en el Continente Blanco.
La incorporación del portaviones
ARA “Independencia” en 1958 imprimió a la Flota de Mar un perfil operativo de
avanzada, siendo reemplazado en 1968 por el “25 de Mayo”, proyectando las
aeronaves de la Armada en nuestro Mar Argentino.
Llegado 1982, la participación en
el Conflicto del Atlántico Sur demostró el profesionalismo alcanzado por los
marinos que vuelan y expuso al mundo una innovación táctica sin precedentes: la
combinación avión explorador – Super Etendard – misil Exocet.
A partir de los años 90 y con la
desafectación del portaviones “25 de Mayo”, aviones de ala fija de la Aviación
Naval participaron en numerosos ejercicios operando junto con portaviones de
las Armadas de Brasil y Estados Unidos; en tanto que los helicópteros Fennec,
Alouette y Sea King continuaron operando con buques de la Flota de Mar.
Llegado el nuevo milenio, la
interoperabilidad con el Ejército Argentino y la Fuerza Aérea Argentina, como
parte del accionar conjunto, llevó a unificar cursos de formación y ejercicios
de adiestramiento. Asimismo, unidades aeronavales brindan apoyo a la comunidad
ante emergencias producidas por fenómenos naturales y casos de Búsqueda y
Rescate de personas.
Muchos hechos acaecieron desde
esos gloriosos días cuando un grupo de hombres decididos y con singular
entusiasmo dieron inicio a la apasionante actividad de vuelo. La Aviación Naval
de la Armada Argentina, en su Centenario, continúa preservando los intereses
argentinos en el mar.
2016 - INSTITUTO AERONAVAL via GACETA MARINERA
Nota original en Gaceta Marinera
en
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