Una de las cosas que con más cariño guardaba mi amigo Marcelo era este poema de Marechar:
<< Quiero
vivir la vida aventurera
De los
errantes pájaros marinos,
No tener
para ir a otra rivera
La prosaica
visión de los caminos.
Quiero
volar cuando la tarde muera
Entre indecisos
campos ambarinos
Y oponer a
los raudos torbellinos
El ala
fuerte y la mirada fiera.
Quiero
llenarme de luz, ser soberano
De dos
inmensidades, mar y cielo
Y cuando
tenga el corazón cansado,
Morir,
sobre un peñón abandonado
Con las
alas abiertas para el vuelo>>
Nos encontramos el 12 de mayo, cuando la
Tercera Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque desembarcó del Portaaviones y
llegó a Río Grande.
Era, sin lugar a dudas, un tipo excepcional. Su
virtud más importante quizá haya sido el sentido del humor. Le permitía encarar
la vida con una actitud positiva. Te hacia quedar como la mona con tu mujer al
traerle flores, y criticarte porque hacía mucho que vos no le regalabas.
Era el padrino titular y el tío postizo de no
sé cuántos chicos; y el candidato oficial para cuanta amiga soltera tenían las
«brujas».
Me acuerdo que en algunas noches de aquel mayo,
mientras escuchábamos la BBC, él estaba en la cucheta de arriba del «box» de al
lado, riéndose a carcajadas con el libro «Best Seller» de Fontanarrosa.
Un día estábamos viendo el noticiero, donde una
abuelita entregaba la alianza de su fallecido esposo al fondo patriótico y me
comentó:
«Por toda esta gente, o ganamos o volvemos todos
con los pies para adelante»; yo le pregunté si a veces no le pasaba por la
cabeza la idea de que éramos el material de descarte de un plan con fines no
muy claros, y me comentó: «Qué importancia tiene. Sea como sea, mañana te vas a
subir al avión y vas a ir, ¿o no?».
Tenía razón. Por eso, el 21 de mayo, cerca de
las 14 hs., con una empanada en la mano y otra -que se guardó en el torso (nos
tocó rancho volante), se subió al A4-Q y despegó hacia el Estrecho de San
Carlos.
Monumento en memoria del Teniente de Fragata Marcelo Gustavo Marquez, aeroclub de Batán. |
El piloto del «SEA HARRIER» que lo derribó,
Lieutenant John LEEMING, relató en el libro «Air War South Atlantic» lo
sucedido: «El estaba a casi 0 pies, yo estaba a 50 pies. No había hecho seña
alguna de haberme visto, escapaba lo más rápido que podía. Disparé un par de
tiros que levantaron el agua alrededor de su avión. Debe haberse dado cuenta en
ese momento de lo que sucedía, ya que giró bruscamente a estribor, pero era
demasiado tarde. Estaba a sólo 200 yardas. Cuando empezó a girar, puse la mira
sobre su cabina y disparé; cuando los primeros proyectiles lo golpearon, el
avión explotó. Pienso que el motor debe haber explotado porque el avión se desintegró».
Según esta fuente, fue así cómo murió el
Teniente de Fragata Marcelo Gustavo Márquez. Estoy seguro que Marcelo hubiese
elegido esta muerte si se lo hubiesen permitido, cumpliendo con su misión, como
deberíamos morir todos los militares.
Bahía Blanca, 22 de septiembre de 1986.
Por: Teniente de Navío Armando Mayora, Aviador Naval.
PUBLICADO EN LA REVISTA MACH 1 Nº 62 ( EDICION ESPECIAL A 20 AÑOS DE LA GESTA DE MALVINAS - AÑO 2002.
1 comentario:
VIVA LA PATRIA POR ESTE HEROE, NO SOLO LOS MILITARES DEBEN MORIR DE ESTA, SINO TAMBIEN TODA PERSONA QUE SE COMPROMETA A LUCHAR POR SU PATRIA, SI CADA UNO CUMPLIERA SU MISION TENDRIAMOS UN ENORME PAIS, SALUDOS A TODOS CC60
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